En la foto de portada de esta nota vemos al avión Dagger con matrícula C-418. El Avión Dagger, que es la versión israelí del Mirage, se desempeñó durante la guerra de Malvinas con éxito y buen rendimiento.
Si bien sus chances contra los cazas Sea Harriers británicos era mínima -por falta de misiles aire aire y por el consumo de combustible hasta las islas desde el continente que le impedía sostener un combate- lograron impactar a la flota inglesa en varias ocasiones.
De los 39 Dagger adquiridos a Israel en 1978, entre los cuales se encontraba el C418, dos fueron biplazas y el resto monoplazas. De estos últimos cada uno tenía un costo de 4.5 millones dólares de aquella época.
El fuselaje del avión muestra varias “kills Marks” o marcas de objetivos alcanzados, un verdadero récord para la Fuerza Aérea Argentina y el mundo, ya que no existe un avión moderno posterior a la segunda guerra mundial que haya participado en una contienda aeronaval con tantos objetivos.
Héctor Ricardo Volponi
En San Julián coincidieron este aparato glorioso y nuestro héroe de Tres Arroyos el Teniente Héctor Ricardo Volponi. Juntos en una excelente comunión de tecnología y vocación, partieron el 21 de mayo de 1982 a enfrentar al monstruo colonial que desde el mar azotaba con un bombardeo implacable a nuestras tropas en tierra.
En el Estrecho de San Carlos comenzaba la operación de desembarco. Con coraje y destreza -recuerden que volaban pegados al mar y con el parabrisas del avión lleno de sal de mar que le reducía la visibilidad- logró impactar al HMS Antrim con una bomba de mil libras que no explotó, pero que lo dejó fuera de servicio por un tiempo.
Es la primer “Kill Mark” que se ve en la foto. Las restantes fueron en misiones piloteadas por otros valientes argentinos. En ese barco, Alfredo Astiz había firmado la rendición en las Georgias , y desde su helipuerto partió el Helicóptero que atacó y dejó fuera de combate al Submarino Argentino ARA San Luis.
Custodio Permanente de las Islas
El Teniente Héctor R. Volponi partió en otras misiones y el 23 de Mayo, a pesar de que ya había cumplido sus turnos de combate, y con el avión matrícula C-437 realizó su quinta misión. Se dispuso a atacar la flota que ya tenía una cabecera de playa consolidada en San Carlos. El avión de Volponi, en notable desventaja tecnológica, fue alcanzado y derribado por un misil aire aire denominado Sidewinder AIM 9L, disparado desde el Harrier comandado por Martin Hale.
No hubo eyección del piloto, cayendo la aeronave en la lejana Isla Borbón, en la Bahía Elefante. El Teniente Volponi posee una tumba en un cementerio de Mendoza, en el panteón de la familia de su esposa, pero el verdadero lugar de descanso de sus restos son las Islas Malvinas, que desde entonces son sobrevoladas por Héctor, tal cual lo hacía en Claromecó.
El C418 volvió al continente donde lució con orgullo sus marcas de guerra. En junio de 1987, 5 años después de la guerra y durante un vuelo de rutina se estrelló en un campo de Tandil.
Destino de la HMS Antrim
Por un problema de retardo de la espoleta, la bomba que lanzó Volponi no explotó, pero dejó un gran hueco que atravesó varios mamparos. Los británicos lograron desactivarla y reparar la embarcación. Finalizada la guerra, la HMS Antrim se retiró del servicio de las fuerzas británicas y vendido a Chile en 1984, rebautizándolo esta Nación como Almirante Cochrane.
En el 2006 fué remolcado a China y vendido como chatarra. Radio W Garage en su visita a las islas pudo ver en el Museo de Puerto Argentino una pieza que perteneciera al buque.
Homenaje permanente
El destino de los pueblos se encuentra marcado por su memoria. Debemos recordar a los héroes para generar en las generaciones venideras el compromiso patriótico, conductas marcadas por el ejemplo y el sentimiento de agradecimiento a quienes nos precedieron entregando su vida.
El Primer Teniente (pm) Héctor Ricardo Volponi no se puede olvidar. No alcanza sólo con una ofrenda floral en el avión monumento que lo recuerda o frente al cartel de la calle con su nombre, sino se lo debe recordar a través del relato. Su historia se debería contar en los colegios, en los diarios , en los bares, en el museo y en todo sitio que se construya y se eduque a un argentino de buena madera.
Nuestro trabajo periodístico no concluyó. Con la ayuda de comerciantes, entidades no gubernamentales y vecinos, sabemos que volveremos próximamente a Malvinas a terminarlo, y en especial a la Isla Borbón a documentar el lugar donde está el avión y la tumba de guerra de nuestro héroe. Ya hemos recorrido 10.000 km entre CABA, Tres Arroyos, Tandil, Mendoza y Las Islas Malvinas recabando información de Volponi. Mientras, alimentamos la memoria y el ejercicio histórico con el material que durante estos dos años fuimos recolectando. 1982- 2022 – Prohibido olvidar.
SEGUÍ LEYENDO: El Bar de Darwin, donde la guerra aún dice presente
SEGUÍ LEYENDO: Burbuja del tiempo: Claromecó enterró deseos en las Islas Malvinas