San Mayol: donde los fantasmas del ferrocarril todavía tocan la campana

Años de desmanejos y olvido, condenó a centenares de pueblos como San Mayol al óxido de los juegos de la plazas, aulas vacías y padres nuestros sin rezar.

Hoy son 21 las provincias que presentan problemas de acceso al gasoil, de las cuales 14 registran un muy bajo o nulo suministro en las estaciones de servicio.

Con este panorama, teníamos que emprender la vuelta de Claromecó a Buenos Aires, en un fin de semana donde muchísima gente, como nosotros, había aprovechado para escapar de la ciudad en busca de descanso y tranquilidad.

Para evitar gastar el poco gasoil que teníamos, cortamos camino por desconocidas huellas de campo. Luego, nos enteramos que fueron verdaderas autopistas de abundancia, ya que por esos caminos polvorientos y desolados, se transportaban en tren el oro de la Pampa húmeda: el trigo y el maíz, cuyo destino final era el puerto de Bs. As. o Bahía Blanca.

Los carteles de la ruta estaban mudos por el paso del tiempo. Nadie los leía y sus letras se desdibujaron como el poderío de la Argentina. No sabíamos muy bien a dónde íbamos. De pronto, el paisaje cambió y aparecieron estructuras de ladrillos colorados victimas de cientos de golpes dados por el viento pampero. San Mayol, leímos en un cartel gastado, y ahí supimos que estábamos en un increíble —pero olvidado— pueblo de la Provincia de Buenos Aires.

La historia de San Mayol

San Mayol es un típico —pero pintoresco— pueblo de la provincia de Buenos Aires. Ubicado en la Ruta Provincial 85, queda a 30 km de la ciudad de Tres Arroyos. Fundado el 1 de octubre de 1907 con la llegada del ferrocarril a la zona, en la actualidad solo es un resabio de la Argentina del pasado: poderosa, próspera y con trabajo.

Felipe Mayol de Senillosa era un importante estanciero que en 1895, tras la —mal llamada— Conquista del Desierto, compró 24 mil hectáreas de campo en el partido de Tres Arroyos. Estos campos se fueron poblando con arrendatarios que llegaban desde Italia, Dinamarca y Holanda, escapando de la grave crisis que asotaba a Europa. Con el trazado de la línea ferroviaria que unía Lobería con Tres Arroyos, San Mayol comenzó a ser el centro de encuentro de los campesinos, a los que se sumaron los pasajeros que llegaban en el tren.

Para 1930 San Mayol era una localidad con un fuerte crecimiento. El lugar se fue poblando y en 1947 llegó a tener 263 habitantes, hoteles, clubes, escuelas, la Cooperativa Agrícola San Mayol, el almacén de ramos generales Tavelli, escuela, teléfonos y hasta surtidores de nafta YPF.

El fin del ferrocarril

Años de desmanejos y olvido, condenó a centenares de pueblos como San Mayol al óxido de los juegos de la plazas, aulas vacías y padres nuestros sin rezar. Un día, el ferrocarril que pasaba todos los días por San Mayol, no pasó más. Así, se terminaron todas las aspiraciones y los sueños del pueblo. Hoy, los fantasmas del tren tocan las campanas de San Mayol y sus habitantes buscan las huellas de sus vías, que quizás algún día, le devolverán su historia.

Después de 115 años, en este pueblo ya no queda casi nada: sólo una despensa, 63 habitantes —según el censo 2010— y la Escuela Nº 10. Con el paso del tiempo y el avance de la tecnología, muchos de sus habitantes optaron por abandonar el pueblo para irse a otras ciudades de la zona.

La estación de ferrocarril se transformó en un pequeño museo con la historia de la localidad

La iglesia de San Mayol

Tras la migración, muchos edificios quedaron abandonados. Así, el paisaje quedó dominado por caballos curiosos y por una hermosa iglesia fundada en 1933, a la que la gente de San Mayol le reza por la vuelta del ferrocarril.

La Iglesia Sagrado Corazón de Jesús aún mantiene vivo el corazón de San Mayol. Declarado Edificio Histórico, genera un contraste muy importante con el paisaje rural, que se ve ampliamente dominado por esta iglesia fundada en 1933.

Una cantina, que al momento en el que fuimos estaba cerrada, es otra de las estructuras que aún vive en el pueblo. Según nos contaron, en el pasado supo albergar fiestas en las que no faltaban vestidos caros y opulencia de gauchos y asedados. Hoy, solo tiene como comensal un gorrión que busca endurecidas migas de pan.

Después de sacar fotos a palancas de cruce de vías clavadas en la por el óxido como la espada del Rey Arturo, ya era hora de volver a casa. Un peligroso e inundado zanjón al costado de la ruta, el frío y la falta de señal nos invitaban a pegar la vuelta de un lugar que es una interesante escenografía para practicantes de fotografías. Y que también es, un viaje a la poderosa Argentina del pasado.

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Un comentario

  1. Una muestra de la argentina que fue y ya no es… el encanto de estos pueblos se multiplica a lo largo y ancho del país.
    Pueblos fantasmas víctimas de políticas concentradoras de poder, que olvidan a la gente, gente que hizo grande nuestro país.
    No olvidemos esto, por que un pueblo que olvida su pasado… no tiene futuro…y me parece que esto n os esta pasando como país.
    Hermosa nota. Felicitaciones.
    Pronto iré a conocer San Mayol¡¡¡

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