Testigos del pasado: 5 árboles abuelos para disfrutar en Argentina

Las vacaciones son una buena excusa para conectarse con la naturaleza y con árboles abuelos que son claras manifestaciones de la Pachamama.

Las vacaciones de invierno son una buena excusa para conectarse con la naturaleza y descubrir secretos que nos hacen comulgar con nuestro entorno. Los árboles abuelos son una clara manifestación de La Pachamama, que se manifiesta frente a nuestros ojos y muchas veces no la vemos.

Dicen que la memoria de los hombres son como las raíces de los árboles, ya que nos permite alimentarnos, nutrirnos y crecer fuertes. A veces esa memoria, de dónde venimos y hacia dónde vamos, desaparece. Allí, es donde la Pachamama dice presente y nos da señales de la necesidad de compartir y conservar nuestro medioambiente.

A pesar de que el hombre le hace bullyng permanentemente a la naturaleza, ésta nos pone la otra mejilla, demostrando su sensibilidad. Uno de esos mensajes solemnes y permanentes, son los llamados “árboles abuelos”, ejemplares añosos que pudieron soportar los embates de los desastres naturales, el progreso humano, la tala y la contaminación. Además, fueron testigos de épocas donde los cielos mostraban millones de estrellas, y el entorno era el hábitat de respetuosos pueblos originarios.

Te invitamos a descubrir cinco de estos árboles icónicos, que al contemplarlos y entenderlos, nos hacen ser parte de la historia misma.

1- El Ciprés Abuelo de Claromecó

Este ciprés se encuentra en Claromecó, Partido de Tres Arroyos, en la Provincia de Buenos Aires. Justo antes del puente vehicular que vincula la localidad con el Barrio Parque Dunamar, está en un entorno privilegiado. El Río, el mar y el bosque generan en los lugareños y turistas un atrapante intercambio.

Se dice que sus poderosas y añosas raíces han crecido desde épocas remotas, conectando la superficie con las entrañas de la tierra, creando una especie de antena que vincula los efluvios de energía terrestre con todos aquellos que posen sus manos o abracen el tronco de esta espectacular especie.

En la plazoleta donde se encuentra, se realizan actividades como yoga, reiki, tai Chi, y todo tipo de artes vinculadas con la meditación. Sus ramas tienen atrapasueños que le dan un toque de decoración adicional. En sus ramas conviven jilgueros, horneros, cotorras, cardenales, mirlos y tantas otras especies que obtienen refugio en el frondoso follaje.

Quienes se someten a sus abrazos acusan una paz repentina, descenso del ritmo cardíaco, e inspiración para nuevos proyectos. También, le han atribuido curaciones de migrañas y ayuda contra el estrés.

Sugestión o mito, lo cierto es que abrazarlo no cuesta nada, y quizás te lleves una agradable sorpresa de este lugar con tanta energía positiva.

2- El Algarrobo Abuelo de Merlo, San Luis

Este algarrobo milenario, se encuentra ubicado en la Avenida de los Incas al 2600, en Piedras Blancas, Merlo, Provincia de San Luis.

Se encuentra dentro de un predio al que se ingresa abonando una módica tarifa. A este árbol de aproximadamente 1200 años se lo conoce como Algarrobo Abuelo o algarrobo Agüero, ya que las tierras de la zona pertenecían a dicha familia.

Este árbol nos atrapa con su imagen de anciano cansado, ya que sus ramas descascaradas y como arrugadas han crecido de tal manera, que debieron ser apoyadas en soportes de hierro para que no se quiebren y sigan sorprendiendo a las futuras generaciones. Bajo su sombra han descansado los habitantes originarios como los huarpes y comechingones, y los caudillos que tejieron campañas para la independencia de nuestro país.

Algarrobo Abuelo de Merlo, San Luis. Foto: Ruth Arias

Sobreviviente del bosque originario, soportó los embates de las tal as y el ferrocarril para decir presente. Este habitante precolombino, es una atracción turística que comparte protagonismo con la feria de artesanos y la capilla de Nuestra Señora de Fátima.

En el predio hay poemas del poeta puntano Antonio Esteban Agüero, por lo que los visitantes gozarán de numerosos recursos para enriquecerse y entretenerse. Y quizás, conectarse con algo de su riquísimo andamiaje histórico.

3- El Alerce Abuelo del Parque Nacional Los Alerces

En el corazón de una área protegida, a pocos kilómetros de Esquel, se encuentra este imponente alerce patagónico de más de ¡2.600 años de antigüedad! Sí, nació antes de Jesucristo y es contemporáneo de los egipcios, transformándose en uno de los árboles abuelos más reconocidos de nuestro país.

Este super abuelo Alerce, creció hasta la altura de 57 metros, y su tronco es ancho como una habitación —casi 3 metros—. Su nombre científico es Fitzroya Cupressoide y se trata del árbol más longevo del país. Crece cerca del Lago Méndez, a orillas del Río Cisne. Volcanes y terremotos no han podido con este coloso que emerge de un bosque mágico rodeado de líquenes, orquídeas, arrayanes, ciervos y aves hermosas.

Los científicos de todas partes del mundo se acercan a estudiarlo, ya que su corteza es un reservorio de eventos naturales del planeta, como cambios climáticos, en la atmósfera, erupciones, sequías, etc.

No solo este árbol perteneciente a la familia de las secuoyas, sino todo su entorno boscoso, invita a los curiosos y amantes de la naturaleza a internarse y comulgar con el verde, los aromas y un aire delicioso para llenar los pulmones. La UNESCO en el año 2017, declaró la zona como Patrimonio Mundial Natural de la Humanidad.

4- El Ombú de Cullen: centinela de la historia

Tecnicamente, el Ombú no debería formar parte de esta selección de árboles abuelos, sino un arbusto gigante. De enormes raíces y gran copa, es protagonista de la inmensidad pampeana, destinatario de prosas y canciones, compañero de gauchos y testigo de episodios históricos como el fusilamiento de Cullen.

En San Nicolás, al norte de la Provincia de Buenos Aires, se encuentra esta planta histórica, ya que bajo su follaje, las tropas del general Mitre hicieron campamento en su camino hacia la Batalla de Pavón.

Presenció el paso de miles de carruajes y jinetes que utilizaban el antiguo Camino Real que unía a Buenos Aires con el resto del Virreinato. A metros de donde se bifurca el camino, sigue creciendo este ejemplar contemporáneo del nacimiento de la Patria, y que en aquellas épocas era vecino de la Posta de Vergara.

En Junio de 1839 , el Gobierno de Rosas emitió una orden para detener al exgobernador de la Provincia de Santa Fe Don Domingo Cullen. Apresado en Santiago del Estero, fue trasladado encadenado hacia Buenos Aires. Pero apenas ingresó a territorio bonaerense, se cumplió con la ignominiosa orden de fusilarlo. El fusilamiento fue bajo este árbol, y su cuerpo enterrado a su sombra. Luego el General Lavalle dispuso un destino mas honroso para el cuerpo, pero desde entonces este árbol abuelo es conocido como el “Ombú de Cullen”. Si pasas cerca, no dejes de visitarlo.

5- El Gomero de la Recoleta

Caminar por Buenos Aires puede generar enormes sorpresas. En el histórico entorno del Barrio de la Recoleta, flanqueado por el cementerio, la Basílica del Pilar, el Bar la Biela y una arquitectura parisina inspirada por los descendientes europeos, se encuentra el añoso Gomero de la Recoleta. Este árbol también denominado caucho, es un musculoso e imponente ejemplar de casi 300 años que posee una diámetro de 50 metros y una altura de 20.

Sus largas ramas hoy son sostenidas por estructuras de hierro ancladas al suelo para evitar que se partan y facilitar el tránsito peatonal por la plaza.

El protagonismo de este miembro selecto de los árboles abuelos se ve opacada por la cantidad de turistas que pasean por la zona, que junto a los artistas callejeros y los feriantes, hacen que el disparador de la máquina de fotos no tenga descanso.

Foto: Gustavo Castaing (Clarín)

Se encuentra protegido por una reja que impide que se trepen a su estructura compleja, ya que raíces, tronco y ramas, se encuentran entrelazados simulando un laberíntico juego de ingenio. Se cree que es el árbol más longevo de la Ciudad de Buenos Aires, que fue plantado por los monjes recoletos con la intención de crear un jardín botánico. La plaza San Martín de Tours se engalana con este abuelito activo, pleno y saludable, que vio pasar frente a él sucesos como la Revolución de Mayo y los festejos de centenario.

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