Un frasco de caramelos ochentosos- Carta de lectores

golosinas ochentosas

Por Tamara Gamarra, de Villa Ortuzar

Tengo un frasco lleno de caramelos que no quiero comer. Los tengo de decoración.

Los Media Hora me recuerdan a mis amigos del cole. Nos peleábamos al elegirlos por los colores de los envoltorios como si el papel cambiara el gusto. ¡Eran todos iguales!

Las Rodajitas Frutales me hacen acordar a mis amigos del verano. Comprábamos 50 centavos de caramelos que el kiosquero nos entregaba en una bolsa de papel. Nos sentábamos en el arroyo de la esquina de casa y mientras los comíamos contábamos historias que nunca sucedieron pero que hoy juro y re juro que fueron de verdad.

Los caramelos de Praliné y Café, son los que me hacen viajar a la casa de mi abuela. Después de cenar veíamos Columbo con un café que venía acompañado por esos caramelos feos pero que nos hacían feliz.

caramelos sugus

Los Sugus me hacen acordar al momento que veía dibujitos animados. Los Suchard ácidos, a la tarea y el cine. Los Bolones a mis berrinches preadolescentes y los de menta Cristal a mi primer beso.

Cada vez que paso por al lado, agarro el frasco y lo sacudo. Siempre me regala un nuevo recuerdo.

Algo parecido a lo que me pasa cada vez que escucho “Un Bondi a los 80’s”…

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